10 días sin móvil…mi reencuentro con el dolce far niente

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Durante una formación nos invitaron a estar sin el móvil, es decir, a quedarnos solo con la opción de teléfono sin datos o quienes quisiesen incluso sin esa opción, sin móvil, punto. El contexto quedó, 14 adultos, hombres y mujeres, de entre 34 y 65 años, algunos con hijos y nietos, otros con o sin pareja dispuestos a estar 10 días aislados de la red.

Debo añadir que no había televisión, ni radio disponible vamos, que en un primer momento y estando en pleno 2017 me sentí como uno de esos amish que se ven por la tele de vez en cuando y me pregunté, ¿seré capaz? ¿seré capaz de estar sin whatsap, ni Facebook, sin ver las noticias en tiempo real por el twitter? ¿podré resistir la idea de no saber ni hacer saber a los míos que es de mi vida durante 10 días? Y con el ánimo inquieto me preparé y apague el móvil….zas, me eliminé de la red.

Primera mañana, usar el móvil para despertarse pero no ver en la pantalla ninguna de las notificaciones de fb o whatapp que suelo tener de amigos que viven del otro lado del mundo o de algún alumno que anula su clase, me resultó cuanto menos extraña.
A las 8 empezamos la actividad y creo que en unas 10 ocasiones casi me da un infarto porque no encuentro el móvil…que está en la habitación apagado…pero es un objeto que suelo tener tan localizado que no verlo cerca me descoloca

La hora de comer es más amena de lo normal, nadie tiene móvil así que todos nos esforzamos por conocernos y por hablar entre nosotros…hay momentos de silencio pero como no te puedes escaquear, te sientes incómodo y sonríes un poco forzadamente.

Y así van pasando los días, al tercero ya no buscas el móvil, durante las comida si no sabes algo, no conoces donde esta alguna ciudad no recurres a google, si no que entre todos se intenta descubrirlo o recordarlo de cuando en el cole te lo habían explicado; la memoria se estira y sientes como el cerebro de golpe está más despierto, como recuerdas datos, fechas, que creías olvidadas y como la capacidad de sumar y restar sigue ahí

Las mamas del grupo se relajan y pasan a llamar a los suyos en vez de dos/tres veces al día solo por la noche e incluso cada dos días, Hacen pactos con sus maridos/mujeres y sus hijos, el teléfono estaba encendido y si veían una llamada ellas llamarían y sino, quería decir que todo estaba bien. De golpe cuando se llaman están como nerviosas, emocionadas con cosas que contarse y oyes las voces más relajadas

Pasados 8 días el móvil es un objeto más, descubres cuánto tiempo tienes, cuánto tiempo “pierdes” navegando por la red por ocio y como hay una parte de tu cerebro siempre hambrienta de información que ahora está relajada.

Lo que más me ha impresionado es como cambia la relación con los “silencios”, en las comidas, los silencios ya no son algo a rellenar con un móvil o con conversaciones sino que son momentos de disfrutar de los sabores, de la compañía, del estar con uno mismo

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